Wednesday, July 19, 2023

La despedida

Cerré la puerta tras de mí. Fue lo de siempre: cita por Tinder, cena narcisista y polvo basado en inteligencia artificial (esperado, correctamente desnudado, estadísticamente seleccionada las posturas, algoritmicamente ejecutado, condón ultima generación). Todo fue políticamente correcto, pero lejano.


Después, en el coche, como siempre los fantasmas volvían: Penélope en el puesto del copiloto, Adrian en la parte de atrás con Ana y Ramona. No hablan, sólo están ahí, acompañándome de regreso a mi casa, totalmente callados pero evocando recuerdos, esos recuerdos que se confunden con reproches que poco a poco fueron construyendo una coraza de miedo que fue alejándome de las personas que penetraba.


Me resistía a deciros adiós, a terminar con vosotros con la esperanza de que un día nos pudiéramos volver a ver y retomarlo donde lo dejamos con cualquiera de vosotros. No dejaros ir, me llevaba a tener unas manos con callos de resignación, miradas melancólicas que transmitías un abismo de sufrimiento, una polla que sólo ejecutaba unas ordenes que le enviaba una pastilla azul que me tomaba antes de follar, una piel llena de llagas, producto de los recuerdos, un deseo olvidado en las entretelas del pasado.


No podía más, fantaseaba todo el tiempo con conversaciones que nunca se produjeron. A Penélope le hubiera pedido perdón, a Adrian le hubiera dicho gracias, a Ana me imagina diciéndole te amo al menos una vez y a ti Ramona te hubiera pedido perdón por ignorarte cuando te amaba profundamente pero fuiste la última que amé y el miedo ya formaba parte de mi coraza.


Paré el coche de golpe en medio de la Gran Vía. Fuera. Todos fuera, joder. Quiero que salgais de mi vida. Fuera he dicho. Me miraban sin ninguna intención de salir. Que salgais, ostia puta. Un taxista se acerco despacio mientras yo le daba patadas al coche. Me puso la mano en el hombro y comencé a llorar en el techo del coche. Chaval a los muertos hay que enterrarlos. Lo miré extrañado lleno de mocos. Me dió unas palmaditas en la espalda y con una sonrisa me invitó a subir el coche.


Entré en él, respiré profundamente y arranqué el coche. Mis amantes aún me miraban fríamente y yo lloraba mientras conducía.


Y al final entendí las palabras del taxista que se repetían como un mantram. Sólo os tengo que enterrar. Llorar vuestra ausencia, romper algún almohadón para sacar la rabia, sumergirme en el dolor hasta el mas profundo abismo acompañado de la tristeza que merece todo entierro, para que al final quedéis sepultados en el pasado. Llegar hasta el más profundo caos hasta rendirme y con fé, rescatar del Hades mi alma. Así, mis manos se liberaran de las llagas y podré tocar otra vez el alma de mi amante, mi mirada recobrará el brillo de quien disfruta del placer más dionisíaco, recuperaré mi polla vibrante y erecta para penetrar con suavidad las personas con las que folle sin miedo, recuperando mi deseo que se paseará por mi cuerpo recuperando las ganas de amar.


Sé que el camino de enterraros será doloroso y muy triste, no sé cuanto tiempo me llevará pero también sé que es una camino hacia la libertad.


Monday, March 23, 2020

Y si al final fracaso

Y si al final fracaso ¿Qué sucedería?

¿Qué muerte me esperaría?
¿Qué vida me envolvería?
¿Qué lugar o espacio o fuerza me alteraría?

Y si al final fracaso
¿Qué puedo decir a mis hermanos?
¿Qué puedo amar en este corazón roto?
¿Qué puedo esperar de mi futuro?

Y si al final fracaso
¿Qué lágrimas acogerán mi tristeza?
¿Qué mirada me mimará con dulzura?
¿Qué nostalgia invadirá mi pecho?

Y si al final fracaso...

Y si al final fracaso
tal vez, si me dejara, por fin, romperme,
dejarme llevar por la marea
navegar sin velas y sin rumbo

Y si al final fracaso...
siempre habrá otra oportunidad
siempre habrá un presente donde habite
donde pueda volver a empezar
donde siempre estaré YO aquí, ahora, presente.

Tuesday, February 11, 2020

Y nos encontramos

Y nos encontramos

 

Y si nos encontramos...nos entregamos

Y nos encontramos en nuestro cuerpo desnudo
explorando nuestros territorios paraíso
donde despertamos memorias ancestrales
y arcanos desvelados

Y nos encontramos en nuestra piel
donde deslizamos nuestros deseos
conmovidos al apreciar la caricia del otro
y nos fundimos en un nosotros

Y nos encontramos en nuestro perfume
percibiendo aromas de nuestras selvas
enraizados en nuestra tierra fértil
y absorbiendo la sabiduría Pachamama.

Y nos encontramos en nuestra boca
entrelazando nuestras lenguas
para mezclar nuestros sabores
y libar los elixires afrodisiacos

Y nos encontramos en nuestra mirada
contemplando nuestras almas chamanas
reconociendo al otro en su propia libertad
y dejándose caer en el fluir de la existencia

Y nos encontramos en las palabras
trazando versos mercenarios
a cada frase, a cada escucha
y creando mares de entendimiento

Y nos encontramos, amada, y nos entregamos
en el amor,
en la mirada libre
en el plácido encuentro

Y si nos encontramos, nos entregamos
siempre en el silencio de la mirada serena

Tuesday, January 02, 2018

Invocaba

Me encuentro en esa encrucijada donde las palabras se desintegran en una especie de pared abstracta. Busco invocar esos vocablos que puedan describir aquello que anhelo escribir como síntoma de algún tipo de idea.

Retomo lugares donde mi deambular azaroso pueda llevarme por ese extraño almacén que es la memoria, que construye con imperfectas visiones cierto halo de mensaje que no entiendo esta noche. Invoco a esa voz que susurra en mis células que escucho cuando bailo algún tipo de ritual urbano.

Pero estos días sólo son susurros, voces lejanas que no puedo captar sus mensajes, como un eco que difuminado en la atmósfera se transforma en un idioma que no logro comprender, un idioma cuyos arcanos esconden un mensaje que por alguna razón considero importante...

Todo esto está en esa especie de bruma oceánica y sólo puedo hacer una sola cosa: sentarme relajado en la orilla y contemplar esta imagen desdibujada, sabiendo que todo no lo puedo comprender.

Thursday, January 14, 2016

Buscando el reencuentro

Hace tiempo que busco un lugar dentro de mí que olvidé en algún instante donde se cruzó cierto tipo de fatalidad. Lo trágico es que lo perdí despacio, difuminado en el transcurso de la vida sin que me diera cuenta, ajeno a lo que estaba desvaneciéndose. Fue como el agua que va desapareciendo poco a poco sin que uno se dé cuenta. Un día, sin más, deja de estar ahí.
Hoy reparo que de alguna forma tengo una especie de vacío misterioso que me recuerda que antes estaba ocupado por algún fragmento de mí. Al fin y al cabo, el alquimista que jugaba con las palabra se evaporó dejando este vacío.
Ahora quiero recuperarlo de alguna forma. Tal vez con estas palabras, tal vez disfrutando de la suite nº 1 de Bach, tal vez releyendo algún que otro poema de Benedetti o algún cronopio de Cortázar o algún cuento de Borges. No tengo otro mapa que recorrer que éste que fui dibujando hace muchos años en noches despejadas, con los pies rozando las olas del mar donde se reflejaban las estrellas.
Sólo espero que estos párrafos despierten a esa parte de mi que llevo dentro, ese ente que sigue gustándole jugar con las palabras para descubrir paraísos en lugares remotos de mi subconsciente, entre los átomos azarosos que componen mis neurona y donde se reencuentra esa criatura más humana que aspira a elevarse para preguntarse por qué.

Thursday, April 04, 2013

Fuego

La casualidad es esa frontera que se pueden producir encuentros donde fluyen los elixires de la creación. Ellos bordearon ese límite de lo fortuito y sus miradas se cruzaron en un lugar indeterminado de su hogar. Hacía tiempo que el fuego no fraguaba en sus pieles y el deseo pululaba como un reguero de pólvora buscando un suceso azaroso que encendiera la primera llama que propagara la combustión fútil de sus carnes. Y así, una mirada furtiva, prendió la mecha de la gran hoguera de los deseos.
Las caricias comenzaron con un pequeño roce de una de las manos sobre una mejilla, produciendo ese ligero revoloteo de mariposas que se produce en las entrañas. Como sabiendo lo que sucedía, otra mano se metía por entre las pocas ropas que se definían como fronteras de lo prohibido, para acariciar el abdomen donde las mariposas rebotaban como intentando escapar de su jaula de carne. Y así, entre caricias, ligeros susurros que transportaban palabras encendidas, caídas vaporosas de ropa y furtivas caricias en lugares de deseo, se produjo una explosión cósmica cuya única causa era desintegrar los cuerpos en el fuego azul de la pasión.
Como elevados a un metro del suelo, se deslizaron hacia la cama más cercana de la casa y la poca ropa que quedaba, cayó en los aledaños dejando los cuerpos desnudos, libres para poder ser acariciados, lamidos, aprisionados en las manos llenas de deseo, de sexo, de embriagador sexo y desdibujar los límites de los cuerpos, formar una masa indefinible, convulsa.
Así, el deseo se convirtió en caricias, las caricias en placeres y los placeres en súbitas explosiones de más deseo. Todo se tornó onírico, perplejo, embriagador, deslizándose entre dos realidades: la pasión y el olor. Pronto los roces se convirtieron en posesiones, en movimientos rítmicos que hacían vibrar los cuerpos a tempos acompasado. El sudor acompañaba la melodía de los gemidos, los sexos se frotaban vibrantes y las lenguas lamían el fuego embriagador, poderoso, recorriendo los lugares más íntimos, aquellos donde los apetitos sexuales se recrean con mayor delirio de los sentidos, esos donde las prohibiciones están más arraigadas, más sometidas por el vulgo, porque temen convertirse en dioses a través del deseo.
Entre lenguas, caricias, sexos excitados, movimientos rítmicos, anhelos prohibidos, posesiones desbocadas, se acercaban cada vez más al instante del placer máximo, del clímax embriagador que hace desaparecer toda razón, toda forma de ridícula humanidad, toda condensación carnal, para convertirse en fuego puro, deseo luminoso, respiración extasiada y espasmos de placer,  detonando una explosión luminosa de gozo.
Al final los cuerpos se relajaron, se sedimentaron en el fondo del reposo, condensados otra vez en esa pequeña y ridícula humanidad que somos todos, pero trayendo en sus átomos ese paraíso prohibido que el sexo abre de par en par.

Thursday, June 30, 2011

Sueño literario

A Tuti.

Formaba parte del ritual: las mañanas del domingo me sentaba delante del ventanal y derrochando tiempo disfrutaba del plácido mediterráneo.

Estaba desparramado en un viejo sillón de mimbre, recién levantado, medio desnudo, con las telarañas del último sueño en la cara y los pies, apoyados en la repisa del bajo ventanal, sobresalían del apartamento acariciados por una suave brisa. Podía oler el salitre del mar y al fondo, ese azul mágico, salpicado por el blanco de algunas velas.

Me dejaba sentir y observaba los pensamientos que desde la profundidad de mi interior se manifestaban como pompas de jabón, todas de diferentes tamaños, con diferentes temas, diferentes sensaciones que a su vez alimentaban otros pensamientos.

Así recordé el último párrafo que leí en la noche como una vaga idea, comenzando ese baile de pensamientos que a veces conecta con el lugar de donde emana los recuerdos literarios. Era un trozo de un poema de Alexandre, “Asciendo levemente desde el fondo de mi reposo”, y era como me sentía en ese momento ascendiendo desde un lugar profundo, abstracto y sin conexión alguna con la realidad, creación autónoma de un universo donde me siento humano. Pronto me desplace al beso entre Horacio y la Maga en Rayuela, estructura literaria de Cortázar, con esa estética peculiar de Julio y convirtiendo un acto sencillo y humano en un ritual místico. Y siempre conecta, es decir místico y Borges reclama su lugar en mi pensamiento con su templo circular, su biblioteca de babel, su universo plagado de singularidades geométricas, imprecisas, sólo definidas por fórmulas que ni el mismo Gauss podría soñar.

Viene un parón, siempre sucede algo así. Tras una oleada hay una pausa para cambiar de tercio. Esta vez retrocedí tanto que me encontré con los místicos, San Juan y Santa Teresa, recordándome que lo espiritual es ese lugar donde podemos acercarnos a nuestros propios arcanos y a nuestro misterio humano que siempre intentan conectarse con un algo superior, construyéndolo sobre una voluntad divina con minúsculas que se acerca más a la locura. Y el Quijote me asiste para definir esa locura lúcida, donde las nuevas verdades están en un límite vanguardista, ajena a la razón cotidiana, sometida a la actualidad, y que será comprendida por otra razón futura.

Y al final, tras el viaje siempre llego al mismo sitio, a ese lugar donde me siento protegido, con lo abstracto, lo místico, la estructura estética, la locura lúcida y la divina humanidad: La selva Pessoa.