Monday, June 14, 2010

Después del Bing Bang.

Todo universo que merece la pena vivir comienza con una gran explosión, materializando en una realidad lo que existía en otra. Así, todo sueño se cumple con un esfuerzo de querer llevarlo a cabo y el amor no comienza sino con una gran explosión de sentimientos.

La literatura siempre se ha focalizado sobre la descripción de esta gran explosión emocional. Describe las singularidades de la vida resaltando la peculiaridad, lo que acontece de forma extraordinaria. Nos describe con detalle las diferentes maneras de iniciar el universo de sentimientos que dos personas crean en el momento de enamorarse.

Pero toda gran explosión deviene en el proceso expansivo del universo: la calma sustituye a la excitación, lo cotidiano a la excepcionalidad y el instante que marca el recuerdo al tiempo sosegado. Y es aquí donde algunos amantes confunden enfriamiento térmico con muerte cósmica. Olvidan que gracias al enfriamiento comienza a materializarse los componentes básicos de la creación de la materia y de ahí surgen las estrellas que como embriones explotan y derraman la creación engendrada en sus núcleos para producir nueva materia, nuevos planetas y en ellos nueva diversidad de vida.

Sin embargo, cuando la pasión se templa, se diluye en el transcurso del presente, nos olvidamos de que ahora, nosotros, como dioses de nuestros sueños, debemos materializar los componentes básicos, los átomos necesarios para construir el amor sosegado, el que nos eleva transformándonos en otros seres. Se nos olvida que en esa gran explosión se fusionan dos universos, tal vez opuestos, para transmutarse en otro elixir, otra forma de ver la vida. No es la dominación del uno sobre el otro o el acuerdo racional de las equidistancias, es la mezcolanza no consciente a la que se lanzan dos personas de mutuo acuerdo, para que ambas partes desaparezcan y se tornen en otra realidad.

Así comenzamos a amar bien y no a amar mucho. A darnos cuenta que perdonar es un sentimiento íntimo que surge de nuestro interior y no un recurso para poder convivir con alguien. Aprendemos a tener autosuficiencia emocional, nos comenzamos a apreciar y desde esa atalaya observamos el mundo que nos rodea con tolerancia, con comprensión, con ánimo alegre y optimista, viendo todas las oportunidades que nos rodean, que nos enriquece y que nos ayuda a crear un universo vital, enérgico, creativo, original. Nuestro amante, no es ese individuo del que depende nuestro estado de ánimo, no estamos sumisos a su voluntad, ni él a la nuestra. Nuestro amante es la persona que te hace ver que eres único, particular, autosuficiente y que tienes una oportunidad para crear un cosmos nuevo, íntimo, interpersonal y una vez que sientes esta sensación, se queda grabado en lo más íntimo de tus células para el resto de tu existencia.

Y así, construyendo nuevas galaxias, mezclando tus átomos oníricos con los suyos, construyendo planetas de consciencia, galaxias de realidades comunes, se va construyendo un nuevo ser que no eres ni tú, ni tu amante, sino otra cosa que piensa, siente, crea y destruye con su propia conciencia, la conciencia creada de la mezcla de ambas voluntades hasta convertirnos en un vacío de dimensiones variadas que contienen un universo.