Thursday, October 07, 2010

Las cuatro estaciones.

INVIERNO

Todo se aletarga, se contrae. Es el momento de bucear hacia abismales lugares donde se esconde nuestros más exóticos pensamientos, adheridos en el núcleo de nuestra corriente de vaguedades, donde implosionamos para intentar descubrir la esencia de nuestros deseos. Es ahí donde, observando con detalle, podemos encontrar varios posibles futuros sin definir, mezclados entre múltiples voces de nuestro interior. Es aún difícil encontrar un proyecto concreto, una imagen nítida donde podamos reconocer algún tipo de realidad.

Todo está bañado por un halo onírico, gélido, donde todo se manifiesta en instantes entrelazados, dirigiéndose hacia el futuro y retrocediendo hacia el pasado a saltos aleatorios que de vez en cuando visitan el presente. Es la esencia de toda creación, el elemento imprescindible para poder explorar posibilidades que pronto se concretarán en un proyecto definible que dirigirá nuestro destino.

PRIMAVERA

Una gran explosión es originada por una idea que se manifiesta, en sus primeros instantes, como una gran descarga de euforia. El tejido de la realidad se llena de colores e innovación, de juventud explosiva que manifiesta su novedad, su lujuriosa forma de vivir embriagada de vida. Todo se contagia de una alegría desmesurada, ilusionada, utópica.

Se describen nuevas formas de pensamiento, nuevas emociones que recrean estados de empatía con todo lo que nos rodea. Es el tiempo de la ilusión, la solidaridad, el instante donde se despliegan todas las posibilidades para la realización, para la materialización en este espacio que nos une. El momento en el que tenemos que buscar todo tipo de mundos imaginarios, explorando las posibles formas de fraternidad. Nada en el camino puede ser un obstáculo, nada puede ser censurado. Hoy es el tiempo que nos congratulamos de nacer o de que volvamos a nacer de otra forma.

VERANO

La maduración de los frutos es un proceso paciente, la intensidad del calor del cariño debe ser constante y bien regulado. No puede haber cortapisas, y si las hay, es el momento de solucionarlas. El día se nos revela como el tempo armonizado de una sinfonía que llena de energía nuestras vidas y la de nuestros pensamientos, construyendo en la realidad los proyectos planificados.

El sol calienta nuestra marmita para cocer todos nuestros deseos y cristalizar en una realidad luminosa, nuestros planeados objetivos. El sueño de las noches acuna nuestras excitantes experiencias y les da ese toque mágico que sólo saben dar los átomos que han ido acumulando energía durante el día. Así, entre el largo día y la breve noche, procesamos los proyectos de la juventud para madurarlos y convertirlos en realidad.

OTOÑO

Caen las primeras hojas y se ultiman los preparativos para recoger los frutos. Es el momento de mirar hacia atrás y observar la transformación. El tiempo donde acumulamos la experiencia, exprimiendo los elixires de la realidad creada. La reflexión lo impregna todo y es el momento de evaluar el resultado. No para destruir, sino para aprender de los instantes creativos y observar los caminos hacia los cuales la acción nos ha llevado.

Así vemos que a veces hemos explorado países exóticos de pensamiento, donde hemos adquirido ideas cristalizadas, gracias al espacio-tiempo vivido. Otras veces, hemos tenido que atravesar áridos parajes que nos han llevado a caminos erróneos sin salida.

Observamos así el motivo último de toda evolución, la esencia que hace que tanto el exotismo, como el árido paraje merezca la pena explorar: vivir y ser vivido.